"El arte debe ser una meditación sobre la vida"
Muchas veces al pensar en arte concebimos la idea de una expresión estética que involucra un agrado a nuestros sentidos; imaginamos una melodía armoniosa o una pintura llena de formas y colores imponentes a nuestra vista, ese tipo de arte que nos envuelve en sentimientos indescriptibles. sin embargo, no todo en el arte es belleza y agrado, es una expresión comunicativa, una representación del mundo plasmando las ideas del artista; un artista con virtudes y talentos pero al final un ser humano, mortal, con una mentalidad compleja, ocultando pensamientos y demás secretos del inconsciente y que muchas veces son liberados en actos de inspiración artística.
Joel-Peter Witkin es un fotógrafo nacido el 13 de septiembre de 1939 en Nueva York, E.U.A, de padre judío y madre católica, fue marcado por un acontecimiento en su infancia que más tarde lo llevaría a inspirar su arte. Cuando tenía tan solo 8 años, fue testigo de un accidente automovilístico donde observo con asombro el cadáver de una niña decapitada. La morbidez y crueldad de aquel suceso imborrable en su memoria lo inspiro años después a fotografiar cadáveres, personas con deformidades etc.
Después de pasar por aquel suceso traumático y que lo marcaría en su crecimiento, entro a trabajar en una vidriera donde su actividad consistía en romper vidrio con unos polines; sin embargo no contaba con ningún tipo de protección para trabajar e inevitablemente sucedían accidentes. Quizá otras de las razones por la cual su fotografía presenta el dolor como tema principal, creando cierto costumbre a este tipo de casos violentos y grotescos.
Tiempo después, ya con mayor madurez, trabajó como fotógrafo en la Guerra de Vietnam en los años sesenta. A su regreso decidió explorar un área delicada y sujeta a interpretaciones con frecuencia demasiado apasionadas y sujetas a opiniones morales.
Witkin no tiene nada que ver con el fotógrafo "cazador de momentos". Es un artista que primero imagina con detalle e incluso dibuja lo que quiere mostrar para después encontrar el modelo adecuado y el decorado ideal. Ha llegado a poner anuncios en prensa buscando enanos, tullidos y todo tipo de freaks para posar en sus fotos. Visita las morgues en busca del cadáver que más se ajuste a su nueva idea o de restos de cuerpos que le sirvan para montar una de sus peculiares y nunca mejor llamadas naturalezas muertas.
Constructor minucioso de retablos abigarrados, que a veces parecen altares, donde aparecen enanos, hermafroditas, cuerpos deformes, cadáveres y otros elementos duros, Witkin sostiene que su estilo es una mera continuación del arte clásico y que los temas ya habían sido tratados desde el Renacimiento, con mayor o similar intensidad, por maestros de la pintura y el dibujo.
Las imágenes de Witkin son siempre en blanco y negro, excepto en los casos en que realiza collages y composiciones tratadas manualmente con pigmentos y materiales con los que Witkin gusta experimentar, aunque nunca utiliza el ordenador.
La confrontación entre Witkin y sus fuentes de inspiración da la razón al fotógrafo. Por una parte, permite comprobar que el retrato de lo oscuro y del universo de los sentidos ya estaba presente en obras del Renacimiento. Por otra, demuestra que el fotógrafo, que trabaja mediante un proceso de numerosos bocetos previos, trabaja con el mismo cuidado compositivo que sus referentes.
Desagradable o no, la obra de Joel-Peter Witkin se hace especialmente necesaria en un mundo donde nos bombardean constantemente con modelos sociales que sólo apuntan a la belleza más estilizada, al triunfo y al éxito.
Finalmente su arte puede ser en muchos casos incomprendido y resulta extraño y difícil aceptar la idea de Witkin pero es inevitable no reconocer la existencia de estas imágenes dentro de nuestro mundo e incluso aun dentro de nuestra mente.








aunque a veces grotesco, considero que el arte no puede ser excluyente en cuanto a una de sus principales funciones: comunicar nuestros sentimientos y visiones del mundo; que no es bueno, ni malo, sino que es.
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